En el epicentro de la revolución culinaria del siglo XIX se encontraba una personalidad notable: Marie-Antoine Carême. Nació en París el 8 de junio de 1784 e influyó decisivamente en la configuración de la cocina clásica francesa. Maestro en el arte de la cocina y la pastelería, Carême dejó una huella indeleble en el mundo de las artes culinarias, y hasta el día de hoy sus recetas y técnicas culinarias se recogen en grabados artísticos de gran calidad. Carême procedía de una familia humilde de al menos 15 hijos y tuvo que labrarse su propio camino desde muy pronto. Su carrera culinaria comenzó como ayudante en la cocina de un restaurante. Allí desarrolló una fascinación por los complejos sabores y texturas que surgían en las ollas y sartenes. Trabajar en la cocina despertó en él una pasión que acabó por llevarle a perfeccionar sus habilidades como chef y pastelero. Con sólo 15 años empezó a trabajar en la renombrada pastelería Bailly de París, entre cuyos clientes se encontraba el ministro de Asuntos Exteriores francés, Talleyrand.
Tras su paso por Bailly, se encontró en la cocina de otra pastelería, cuyo nombre permanece desconocido para la posteridad. A pesar de esta incertidumbre, Carême estaba decidido a seguir su propio camino y abrió su propia confitería en 1803 en la Rue de la Paix. Allí creó exquisitos dulces y obtuvo el reconocimiento del exigente público parisino. Su carrera alcanzó nuevas cotas cuando fue nombrado pastelero jefe personal de Talleyrand, al tiempo que ofrecía sus servicios culinarios a muchas otras figuras notables como Napoleón, el rey Jorge IV, el zar Alejandro I y el emperador Francisco I de Austria. Pero Carême no sólo era un cocinero excepcional, sino también un autor visionario. En 1815 publicó sus dos primeros libros, Le Pâtissier royal parisien y Le Pâtissier pittoresque, ambos repletos de vívidas ilustraciones y perspicaces recetas. Este último título contenía más de 100 dibujos de modelos de pastelería decorativa, que aún hoy se conservan inmortalizados en excelentes grabados artísticos. Carême, a pesar de su modestia y de las dificultades que tuvo que afrontar a lo largo de su vida, demostró que el arte de la cocina va mucho más allá de la mera preparación de alimentos. Sus creaciones culinarias son algo más que comida: son obras de arte representadas en nuestros grabados artísticos. Cada obra de arte que ofrecemos es un homenaje a la creatividad sin límites de Carême y a su contribución al mundo de las artes culinarias.
En el epicentro de la revolución culinaria del siglo XIX se encontraba una personalidad notable: Marie-Antoine Carême. Nació en París el 8 de junio de 1784 e influyó decisivamente en la configuración de la cocina clásica francesa. Maestro en el arte de la cocina y la pastelería, Carême dejó una huella indeleble en el mundo de las artes culinarias, y hasta el día de hoy sus recetas y técnicas culinarias se recogen en grabados artísticos de gran calidad. Carême procedía de una familia humilde de al menos 15 hijos y tuvo que labrarse su propio camino desde muy pronto. Su carrera culinaria comenzó como ayudante en la cocina de un restaurante. Allí desarrolló una fascinación por los complejos sabores y texturas que surgían en las ollas y sartenes. Trabajar en la cocina despertó en él una pasión que acabó por llevarle a perfeccionar sus habilidades como chef y pastelero. Con sólo 15 años empezó a trabajar en la renombrada pastelería Bailly de París, entre cuyos clientes se encontraba el ministro de Asuntos Exteriores francés, Talleyrand.
Tras su paso por Bailly, se encontró en la cocina de otra pastelería, cuyo nombre permanece desconocido para la posteridad. A pesar de esta incertidumbre, Carême estaba decidido a seguir su propio camino y abrió su propia confitería en 1803 en la Rue de la Paix. Allí creó exquisitos dulces y obtuvo el reconocimiento del exigente público parisino. Su carrera alcanzó nuevas cotas cuando fue nombrado pastelero jefe personal de Talleyrand, al tiempo que ofrecía sus servicios culinarios a muchas otras figuras notables como Napoleón, el rey Jorge IV, el zar Alejandro I y el emperador Francisco I de Austria. Pero Carême no sólo era un cocinero excepcional, sino también un autor visionario. En 1815 publicó sus dos primeros libros, Le Pâtissier royal parisien y Le Pâtissier pittoresque, ambos repletos de vívidas ilustraciones y perspicaces recetas. Este último título contenía más de 100 dibujos de modelos de pastelería decorativa, que aún hoy se conservan inmortalizados en excelentes grabados artísticos. Carême, a pesar de su modestia y de las dificultades que tuvo que afrontar a lo largo de su vida, demostró que el arte de la cocina va mucho más allá de la mera preparación de alimentos. Sus creaciones culinarias son algo más que comida: son obras de arte representadas en nuestros grabados artísticos. Cada obra de arte que ofrecemos es un homenaje a la creatividad sin límites de Carême y a su contribución al mundo de las artes culinarias.
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