Los ojos del pequeño Erik Theodor Werenskiold se abrieron al mundo por primera vez el 11 de febrero de 1855 en Eidskog, Noruega. La luz y los paisajes noruegos moldearon su alma y su obra artística. Sus vívidas ilustraciones para la colección Norske Folkeeventyr de Asbjørnsen y Moe y sus inolvidables dibujos para la edición noruega de Heimskringla de Snorri Sturlason son sólo una pequeña muestra de la obra de Werenskiold. Como la propia naturaleza, cuya belleza eterna capturamos en nuestras impresiones artísticas, el genio de Werenskiold en la pintura y la ilustración era inagotable. Hijo de un comandante de la fortaleza de Kongsvinger, Werenskiold creció en un ambiente estricto y disciplinado. Su educación comenzó en la Escuela Nacional de Kongsvinger y continuó en la renombrada Escuela Latina de Harald Aars y Peter Voss en Christiania. Bajo la mirada crítica del pintor Adolph Tidemand, Werenskiold cogió por fin el pincel. Adquirió sus primeras habilidades artísticas en la escuela de dibujo de Christiania bajo la dirección del escultor noruego Julius Middelthun y continuó sus estudios en el estudio del artista Axel Hjalmar Ender. Al igual que nuestras impresiones artísticas precisas y de alta calidad, su trayectoria vital refleja una pasión por el arte caracterizada por la disciplina, la dedicación y un constante afán de superación.
Werenskiold encontró su inspiración en Múnich, la metrópoli del arte de la época, donde continuó su educación. Allí descubrió la superioridad de la pintura francesa al aire libre, especialmente las obras de Charles Francois Daubigny, sobre la pintura alemana de estudio. Una grave enfermedad le paralizó el brazo derecho y le apartó de la vibrante escena artística de Múnich. Tras una intensa lucha y estancias en Suiza, Alta Baviera y Tirol, recupera la salud y la fuerza artística. Se trasladó a París y volvió a sumergirse en el colorido mundo del arte. Finalmente, Werenskiold regresó a Noruega y encontró la inspiración en los veranos en Telemark, rodeado de belleza natural. Werenskiold dejó tras de sí una rica colección de cuadros que representan la sencilla vida de los granjeros en medio del idílico paisaje noruego. Su amor por la ilustración, despertado en Múnich, floreció en su tierra natal. En colaboración con Theodor Kittelsen, ilustró cuentos populares noruegos e historias de aventuras para niños que reforzaron la conciencia nacional de Noruega e inspiraron un profundo afecto en el corazón de la gente. Werenskiold recibió el Salario del Artista Nacional Noruego y la Gran Cruz de la Real Orden Noruega de San Olav por sus destacados logros. Erik Theodor Werenskiold falleció el 23 de noviembre de 1938, dejando tras de sí un legado artístico incomparable que sigue siendo admirado hoy en día. Nuestras impresiones artísticas de alta calidad de las obras maestras de Werenskiold reflejan el profundo respeto y dedicación con que deseamos preservar y compartir este legado. La riqueza y profundidad de sus obras de arte constituyen una fuente inagotable de inspiración y nos permiten crear cada impresión artística con la misma pasión y dedicación que Werenskiold demostró en cada uno de sus cuadros.
Los ojos del pequeño Erik Theodor Werenskiold se abrieron al mundo por primera vez el 11 de febrero de 1855 en Eidskog, Noruega. La luz y los paisajes noruegos moldearon su alma y su obra artística. Sus vívidas ilustraciones para la colección Norske Folkeeventyr de Asbjørnsen y Moe y sus inolvidables dibujos para la edición noruega de Heimskringla de Snorri Sturlason son sólo una pequeña muestra de la obra de Werenskiold. Como la propia naturaleza, cuya belleza eterna capturamos en nuestras impresiones artísticas, el genio de Werenskiold en la pintura y la ilustración era inagotable. Hijo de un comandante de la fortaleza de Kongsvinger, Werenskiold creció en un ambiente estricto y disciplinado. Su educación comenzó en la Escuela Nacional de Kongsvinger y continuó en la renombrada Escuela Latina de Harald Aars y Peter Voss en Christiania. Bajo la mirada crítica del pintor Adolph Tidemand, Werenskiold cogió por fin el pincel. Adquirió sus primeras habilidades artísticas en la escuela de dibujo de Christiania bajo la dirección del escultor noruego Julius Middelthun y continuó sus estudios en el estudio del artista Axel Hjalmar Ender. Al igual que nuestras impresiones artísticas precisas y de alta calidad, su trayectoria vital refleja una pasión por el arte caracterizada por la disciplina, la dedicación y un constante afán de superación.
Werenskiold encontró su inspiración en Múnich, la metrópoli del arte de la época, donde continuó su educación. Allí descubrió la superioridad de la pintura francesa al aire libre, especialmente las obras de Charles Francois Daubigny, sobre la pintura alemana de estudio. Una grave enfermedad le paralizó el brazo derecho y le apartó de la vibrante escena artística de Múnich. Tras una intensa lucha y estancias en Suiza, Alta Baviera y Tirol, recupera la salud y la fuerza artística. Se trasladó a París y volvió a sumergirse en el colorido mundo del arte. Finalmente, Werenskiold regresó a Noruega y encontró la inspiración en los veranos en Telemark, rodeado de belleza natural. Werenskiold dejó tras de sí una rica colección de cuadros que representan la sencilla vida de los granjeros en medio del idílico paisaje noruego. Su amor por la ilustración, despertado en Múnich, floreció en su tierra natal. En colaboración con Theodor Kittelsen, ilustró cuentos populares noruegos e historias de aventuras para niños que reforzaron la conciencia nacional de Noruega e inspiraron un profundo afecto en el corazón de la gente. Werenskiold recibió el Salario del Artista Nacional Noruego y la Gran Cruz de la Real Orden Noruega de San Olav por sus destacados logros. Erik Theodor Werenskiold falleció el 23 de noviembre de 1938, dejando tras de sí un legado artístico incomparable que sigue siendo admirado hoy en día. Nuestras impresiones artísticas de alta calidad de las obras maestras de Werenskiold reflejan el profundo respeto y dedicación con que deseamos preservar y compartir este legado. La riqueza y profundidad de sus obras de arte constituyen una fuente inagotable de inspiración y nos permiten crear cada impresión artística con la misma pasión y dedicación que Werenskiold demostró en cada uno de sus cuadros.
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