A medida que avanzaba el siglo XVII, se desarrollaba en Europa una nueva pasión. Era una época en la que se descubrían nuevos mundos. Los marineros partían en expediciones y no era raro que los botánicos estuvieran a bordo de estos viajes de descubrimiento. El regreso de los barcos se esperaba con impaciencia, sobre todo en las altas esferas de la sociedad. La botánica se consideraba de buena educación y sólo las plantas más bellas y exóticas tenían cabida en los jardines de los coleccionistas. Al mismo tiempo, se desarrolló el arte botánico. Georg Dionysius Ehret aprendió de su padre los fundamentos de la jardinería y dio sus primeros pasos hacia el dibujo. El talento de Ehret para la pintura y sus profundos conocimientos de botánica le convirtieron en un pintor excepcional.rnbr/br/rnEl joven Ehret dio pequeños rodeos antes de alcanzar la fama, el reconocimiento y la prosperidad. La afortunada circunstancia de que las numerosas plantas y hierbas procedentes de países lejanos tuvieran que ser catalogadas y situadas en contextos botánicos aseguró el sustento del joven pintor. Ehret realizaba obras por encargo para farmacéuticos y orgullosos propietarios de jardines, cuyo exuberante esplendor floral plasmaba. La fiebre del coleccionismo y la creación de jardines únicos se había apoderado de Inglaterra con especial fuerza. Al mismo tiempo, en Suecia, el investigador de plantas Linné se dedicaba a la botánica. Una pizca de suerte y los conocidos adecuados llevaron a Georg Dionysus Ehret a Inglaterra. Los principales botánicos y coleccionistas del país no tardaron en conocer al joven alemán y buscar sus cuadros. Carl von Linné estaba desarrollando su sistema de nomenclatura binomial y Ehret ilustró los descubrimientos con gran atención por parte de las sociedades botánicas. Ehret se convirtió en el artista botánico más importante del siglo XVIII. Su estilo llegó a ser influyente y aún hoy se reconoce en el arte bajo el término estilo linneano.rnbr/br/rnGeorg Dionysus Ehret disfrutaba pintando plantas. Los coleccionistas botánicos le abrían sus puertas y le regalaban a Ehret los motivos más bellos. A cambio, recibían sus tesoros en forma de cuadros. Ehret trabajaba con cuadernos de bocetos. Sus bocetos muestran sus grandes conocimientos botánicos. Las elaboraciones son obras que muestran el delicado esplendor de las flores y parecen haber relegado a un segundo plano al científico natural que hay en el artista. Delicados capullos y flores se complementan con un follaje que despliega un polifacético juego de colores. Ehret ha transformado observaciones de historia natural en obras de arte. Ehret recibió un honor especial con sus ilustraciones de las espectaculares plantas de los jardines botánicos de Kew. Acceder a la pieza central de la botánica inglesa significa haber llegado. El gran artista botánico pasó el resto de su vida en Inglaterra y dejó tras de sí una extensa obra que aún hoy adorna las colecciones de los museos de historia natural.
A medida que avanzaba el siglo XVII, se desarrollaba en Europa una nueva pasión. Era una época en la que se descubrían nuevos mundos. Los marineros partían en expediciones y no era raro que los botánicos estuvieran a bordo de estos viajes de descubrimiento. El regreso de los barcos se esperaba con impaciencia, sobre todo en las altas esferas de la sociedad. La botánica se consideraba de buena educación y sólo las plantas más bellas y exóticas tenían cabida en los jardines de los coleccionistas. Al mismo tiempo, se desarrolló el arte botánico. Georg Dionysius Ehret aprendió de su padre los fundamentos de la jardinería y dio sus primeros pasos hacia el dibujo. El talento de Ehret para la pintura y sus profundos conocimientos de botánica le convirtieron en un pintor excepcional.rnbr/br/rnEl joven Ehret dio pequeños rodeos antes de alcanzar la fama, el reconocimiento y la prosperidad. La afortunada circunstancia de que las numerosas plantas y hierbas procedentes de países lejanos tuvieran que ser catalogadas y situadas en contextos botánicos aseguró el sustento del joven pintor. Ehret realizaba obras por encargo para farmacéuticos y orgullosos propietarios de jardines, cuyo exuberante esplendor floral plasmaba. La fiebre del coleccionismo y la creación de jardines únicos se había apoderado de Inglaterra con especial fuerza. Al mismo tiempo, en Suecia, el investigador de plantas Linné se dedicaba a la botánica. Una pizca de suerte y los conocidos adecuados llevaron a Georg Dionysus Ehret a Inglaterra. Los principales botánicos y coleccionistas del país no tardaron en conocer al joven alemán y buscar sus cuadros. Carl von Linné estaba desarrollando su sistema de nomenclatura binomial y Ehret ilustró los descubrimientos con gran atención por parte de las sociedades botánicas. Ehret se convirtió en el artista botánico más importante del siglo XVIII. Su estilo llegó a ser influyente y aún hoy se reconoce en el arte bajo el término estilo linneano.rnbr/br/rnGeorg Dionysus Ehret disfrutaba pintando plantas. Los coleccionistas botánicos le abrían sus puertas y le regalaban a Ehret los motivos más bellos. A cambio, recibían sus tesoros en forma de cuadros. Ehret trabajaba con cuadernos de bocetos. Sus bocetos muestran sus grandes conocimientos botánicos. Las elaboraciones son obras que muestran el delicado esplendor de las flores y parecen haber relegado a un segundo plano al científico natural que hay en el artista. Delicados capullos y flores se complementan con un follaje que despliega un polifacético juego de colores. Ehret ha transformado observaciones de historia natural en obras de arte. Ehret recibió un honor especial con sus ilustraciones de las espectaculares plantas de los jardines botánicos de Kew. Acceder a la pieza central de la botánica inglesa significa haber llegado. El gran artista botánico pasó el resto de su vida en Inglaterra y dejó tras de sí una extensa obra que aún hoy adorna las colecciones de los museos de historia natural.
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