Nacido en Castrovillari (CS) el 6 de enero de 1958, se trasladó con su familia a Bassano del Grappa a la edad de ocho años. Al cabo de unos seis meses, llegó a Bolonia, segundo de su hermana e hijo de un funcionario del Palacio de Justicia y de una secretaria de una consulta médica privada. Actualmente reside en P. za F. D. Roosevelt. Ya a los nueve años comenzó a estudiar arte, demostrando una aptitud extraordinaria. Autodidacta, pintó hasta los diecisiete años, siguiendo distintas corrientes y utilizando las más variadas técnicas pictóricas, sobre distintos soportes y materiales. Tras una breve pausa de reflexión, reanuda su actividad artística a tiempo completo con un proceso pictórico propio, personal y original. A los 30 años se traslada a Loiano (donde vive cinco años), un pequeño y tranquilo pueblo de la capital emiliana, donde establece su arte. Cada obra que producía era un paso adelante en su búsqueda interior, un deseo de alcanzar esa meta espiritual aún oculta.rnSu lucha, su relación entre el hombre y la divinidad, le llevaron a aceptar el lenguaje divino, ya que éste no conoce límites humanos. (misticismo)rnrn Angelo De Marco alias Anghel De MarcornCon el lenguaje perennemente fascinante del simbolismo, enriquecido además por la investigación diurna de su propia experiencia y la de la humanidad, Anghel De Marco nos presenta un mensaje atropo-filosófico y estético absolutamente inédito tanto por su contenido como por su forma. Ni que decir tiene que la sugerencia cautivadora y estimulante de las atmósferas devuelve inmediatamente al lector la conciencia de la herencia ancestral y vivificante de la interacción entre el hombre y el cosmos, liberada de las superfetaciones/integraciones ilusorias de una cotidianidad atribulada e inmemorial.rnEl propio artista aclara implícitamente el valor que tiene en la imagen la relación directa entre el hombre y el signo que lo representa en una tensión actual (e históricamente cíclica) con la sociedad. Es un mensaje que se vale -con referencias a milenarias y universales propuestas de trascendencia, de raíces persas y babilónicas- de una fraseología pregnante y esencial, mutada culturalmente por remotas mitologías de Oriente Medio y el Mediterráneo, pero más aún (y en medida decisiva) por las arcanas implicaciones del léxico bíblico, particularmente del Apocalipsis. Me parece que puedo asemejar a De Marco al evangelista-profeta que habla al mundo de nuevas y más luminosas fronteras desde el industrioso exilio de Patmos: una isla solar, taller y refugio que es para el artista un Patmos metropolitano, amenazado y atacado por contaminaciones existenciales, pero sólido e incorrupto turris eburnea. De este Patmos del arte y de la vida brota un discurso pictórico de un orden notable, desentrañado en el signo seguro de imágenes limpias y pulidas, aparentemente serenas como los famosos Planetas de Donato Creti que también puede recordar, pero vibrantes de espléndidos poderes anatómicos que recuerdan los crucifijos del siglo XII y a Marco d'Agrate, con el patetismo y el realismo de Mantegna, con estridencias que resuenan, en clave metafísica, combates ásperos à la Paolo Uccello. Son, éstas de Anghel De Marco, imágenes de luchas reales dentro del alienante y desintegrador mundo actual. Hay -coincido plenamente con el artista- una belleza, una perfección física que representa una excelente interioridad. El color, además de tener un significado alquímico, tiene otro relacionado con el tema, de modo que el rojo puede expresar amor y odio, pasión en cualquier caso; el azul claro, interiormente, tranquilidad, paz. El combate del hombre es en esencia un diálogo contestatario-propositivo con un único interlocutor, que es al mismo tiempo él mismo y el mundo; y las atmósferas enrarecidas y astrales expresan claramente su soledad y su perspectiva abierta, disolviendo y componiendo antinomias y dicotomías. ¿Surrealismo Ni mucho menos: temas filosófico-estéticos como la ramera, la ambigüedad, el camino, el telón de la vida, el egoísmo, la isla del amor, el pacto, el camino de la sabiduría, el vicio, la oración, la contemplación, la derrota, el equilibrio... manifiestan en el redondo un amor al hombre tan intenso y sufrido que excluye como incongruentes la ironía, el sarcasmo, la superficialidad y cierto intelectualismo manierista.rnLa técnica que utiliza De Marco es igualmente original (aerógrafo con pinturas, acuarelas, lápices y polvos, sobre cartón elaborado y tratado). Los colores que él mismo fabrica a partir de materiales predominantemente naturales apoyan eficazmente el discurso específico y global.rnDe Marco llegó a él a través de una práctica pictórica coherente, que germinó en su temprana adolescencia y pasó por diferentes experiencias técnicas y una maduración artística independiente y tenazmente perseguida.rnCuando empecé a pintar -confiesa- quería encontrar el estímulo interior para transmitir un mensaje sobre la necesidad de abrir los ojos ante las cosas que están mal, para proponer una fe tangible, concreta, expresada a través del simbolismo sobre la concreción y la espiritualidad, aplicable a todas las expresiones de la vida.rnEsta fascinante e inquietante reseña demuestra que ha realizado plenamente su vocación, ya en los albores de un día en el arte que promete ser precursor de muchos otros logros gratificantes.rnrn Oriano Tassinari Clòrnrnrnrn
Nacido en Castrovillari (CS) el 6 de enero de 1958, se trasladó con su familia a Bassano del Grappa a la edad de ocho años. Al cabo de unos seis meses, llegó a Bolonia, segundo de su hermana e hijo de un funcionario del Palacio de Justicia y de una secretaria de una consulta médica privada. Actualmente reside en P. za F. D. Roosevelt. Ya a los nueve años comenzó a estudiar arte, demostrando una aptitud extraordinaria. Autodidacta, pintó hasta los diecisiete años, siguiendo distintas corrientes y utilizando las más variadas técnicas pictóricas, sobre distintos soportes y materiales. Tras una breve pausa de reflexión, reanuda su actividad artística a tiempo completo con un proceso pictórico propio, personal y original. A los 30 años se traslada a Loiano (donde vive cinco años), un pequeño y tranquilo pueblo de la capital emiliana, donde establece su arte. Cada obra que producía era un paso adelante en su búsqueda interior, un deseo de alcanzar esa meta espiritual aún oculta.rnSu lucha, su relación entre el hombre y la divinidad, le llevaron a aceptar el lenguaje divino, ya que éste no conoce límites humanos. (misticismo)rnrn Angelo De Marco alias Anghel De MarcornCon el lenguaje perennemente fascinante del simbolismo, enriquecido además por la investigación diurna de su propia experiencia y la de la humanidad, Anghel De Marco nos presenta un mensaje atropo-filosófico y estético absolutamente inédito tanto por su contenido como por su forma. Ni que decir tiene que la sugerencia cautivadora y estimulante de las atmósferas devuelve inmediatamente al lector la conciencia de la herencia ancestral y vivificante de la interacción entre el hombre y el cosmos, liberada de las superfetaciones/integraciones ilusorias de una cotidianidad atribulada e inmemorial.rnEl propio artista aclara implícitamente el valor que tiene en la imagen la relación directa entre el hombre y el signo que lo representa en una tensión actual (e históricamente cíclica) con la sociedad. Es un mensaje que se vale -con referencias a milenarias y universales propuestas de trascendencia, de raíces persas y babilónicas- de una fraseología pregnante y esencial, mutada culturalmente por remotas mitologías de Oriente Medio y el Mediterráneo, pero más aún (y en medida decisiva) por las arcanas implicaciones del léxico bíblico, particularmente del Apocalipsis. Me parece que puedo asemejar a De Marco al evangelista-profeta que habla al mundo de nuevas y más luminosas fronteras desde el industrioso exilio de Patmos: una isla solar, taller y refugio que es para el artista un Patmos metropolitano, amenazado y atacado por contaminaciones existenciales, pero sólido e incorrupto turris eburnea. De este Patmos del arte y de la vida brota un discurso pictórico de un orden notable, desentrañado en el signo seguro de imágenes limpias y pulidas, aparentemente serenas como los famosos Planetas de Donato Creti que también puede recordar, pero vibrantes de espléndidos poderes anatómicos que recuerdan los crucifijos del siglo XII y a Marco d'Agrate, con el patetismo y el realismo de Mantegna, con estridencias que resuenan, en clave metafísica, combates ásperos à la Paolo Uccello. Son, éstas de Anghel De Marco, imágenes de luchas reales dentro del alienante y desintegrador mundo actual. Hay -coincido plenamente con el artista- una belleza, una perfección física que representa una excelente interioridad. El color, además de tener un significado alquímico, tiene otro relacionado con el tema, de modo que el rojo puede expresar amor y odio, pasión en cualquier caso; el azul claro, interiormente, tranquilidad, paz. El combate del hombre es en esencia un diálogo contestatario-propositivo con un único interlocutor, que es al mismo tiempo él mismo y el mundo; y las atmósferas enrarecidas y astrales expresan claramente su soledad y su perspectiva abierta, disolviendo y componiendo antinomias y dicotomías. ¿Surrealismo Ni mucho menos: temas filosófico-estéticos como la ramera, la ambigüedad, el camino, el telón de la vida, el egoísmo, la isla del amor, el pacto, el camino de la sabiduría, el vicio, la oración, la contemplación, la derrota, el equilibrio... manifiestan en el redondo un amor al hombre tan intenso y sufrido que excluye como incongruentes la ironía, el sarcasmo, la superficialidad y cierto intelectualismo manierista.rnLa técnica que utiliza De Marco es igualmente original (aerógrafo con pinturas, acuarelas, lápices y polvos, sobre cartón elaborado y tratado). Los colores que él mismo fabrica a partir de materiales predominantemente naturales apoyan eficazmente el discurso específico y global.rnDe Marco llegó a él a través de una práctica pictórica coherente, que germinó en su temprana adolescencia y pasó por diferentes experiencias técnicas y una maduración artística independiente y tenazmente perseguida.rnCuando empecé a pintar -confiesa- quería encontrar el estímulo interior para transmitir un mensaje sobre la necesidad de abrir los ojos ante las cosas que están mal, para proponer una fe tangible, concreta, expresada a través del simbolismo sobre la concreción y la espiritualidad, aplicable a todas las expresiones de la vida.rnEsta fascinante e inquietante reseña demuestra que ha realizado plenamente su vocación, ya en los albores de un día en el arte que promete ser precursor de muchos otros logros gratificantes.rnrn Oriano Tassinari Clòrnrnrnrn
Página 1 / 2