Poco antes del final de la Guerra Civil estadounidense, en enero de 1864, Alfred Stieglitz vio la luz del día como hijo de una familia de inmigrantes judíos alemanes en Hoboken, Nueva Jersey. Para sus padres era importante que sus hijos recibieran una educación adecuada. En consecuencia, el clan familiar se trasladó de la costa este de Estados Unidos a Alemania en 1881. Al año siguiente, Alfred Stieglitz asistió a la escuela técnica de Berlín. Fue durante esta época cuando entró en contacto por primera vez con la fotografía. Todavía no era previsible que algún día fuera uno de los fotógrafos más importantes de su tiempo. Al principio, el joven Stieglitz estudió ingeniería mecánica. Al mismo tiempo, descubrió su fascinación por la fotografía. Alfred se convirtió en un fotógrafo autodidacta y no se cansó de este medio.
En 1882, Stieglitz compró su primera cámara. Al principio, fotografiaba principalmente el paisaje alemán. El público en general pronto reconoció su talento y Stieglitz publicó artículos y fotos en la revista británica Amateur Photographer. Tras la muerte de su hermana, Alfred se trasladó a Estados Unidos en 1890. Poco después, se convirtió en un representante integral del pictorialismo. Su objetivo no era simplemente tomar una fotografía, sino establecer cada carta seleccionada, como un medio de expresión artística en toda regla. Siempre se concentraba en un detalle concreto a la hora de seleccionar sus motivos. En sus acciones, el excepcional fotógrafo también desarrolló una preferencia por las escenas nocturnas y de niebla. Para él, era de suma importancia utilizar los medios fotográficos para crear un efecto de imagen similar al de una pintura. En sus representaciones, el pictorialista mostraba paisajes, escenas idílicas, así como personas, retratos y desnudos colocados románticamente en primer plano. Alfred Stieglitz no sólo tenía buen ojo, sino que también poseía el don de dejar impresiones únicas para la posteridad.
Con el tiempo, el fotógrafo se convirtió en un nombre conocido. Casi en solitario, popularizó el medio de la fotografía. Gracias a sus conocimientos, Stieglitz se convirtió en propietario de la incipiente Photochrome Engraving Company y coeditor de The American Amateur Photographer. Un movimiento inteligente, porque a través de estos pasos pioneros, Stieglitz consolidó su posición en el mundo de la fotografía. Junto con su amigo Edward Steichen, el visionario abrió una galería de arte de vanguardia en la Quinta Avenida de Nueva York en 1905. En las salas de exposición de la Galería 291 se pudieron admirar por primera vez en Estados Unidos obras fotográficas, arte africano y obras de artistas modernistas europeos. De repente, Stieglitz no sólo avanzó hasta convertirse en galerista, sino también en una figura clave de la fotografía y la historia del arte. En el verano de 1946, Alfred Stieglitz sufrió una apoplejía mortal. Lo que queda son fotografías que todavía hoy provocan reconocimiento y entusiasmo entre los espectadores.
Poco antes del final de la Guerra Civil estadounidense, en enero de 1864, Alfred Stieglitz vio la luz del día como hijo de una familia de inmigrantes judíos alemanes en Hoboken, Nueva Jersey. Para sus padres era importante que sus hijos recibieran una educación adecuada. En consecuencia, el clan familiar se trasladó de la costa este de Estados Unidos a Alemania en 1881. Al año siguiente, Alfred Stieglitz asistió a la escuela técnica de Berlín. Fue durante esta época cuando entró en contacto por primera vez con la fotografía. Todavía no era previsible que algún día fuera uno de los fotógrafos más importantes de su tiempo. Al principio, el joven Stieglitz estudió ingeniería mecánica. Al mismo tiempo, descubrió su fascinación por la fotografía. Alfred se convirtió en un fotógrafo autodidacta y no se cansó de este medio.
En 1882, Stieglitz compró su primera cámara. Al principio, fotografiaba principalmente el paisaje alemán. El público en general pronto reconoció su talento y Stieglitz publicó artículos y fotos en la revista británica Amateur Photographer. Tras la muerte de su hermana, Alfred se trasladó a Estados Unidos en 1890. Poco después, se convirtió en un representante integral del pictorialismo. Su objetivo no era simplemente tomar una fotografía, sino establecer cada carta seleccionada, como un medio de expresión artística en toda regla. Siempre se concentraba en un detalle concreto a la hora de seleccionar sus motivos. En sus acciones, el excepcional fotógrafo también desarrolló una preferencia por las escenas nocturnas y de niebla. Para él, era de suma importancia utilizar los medios fotográficos para crear un efecto de imagen similar al de una pintura. En sus representaciones, el pictorialista mostraba paisajes, escenas idílicas, así como personas, retratos y desnudos colocados románticamente en primer plano. Alfred Stieglitz no sólo tenía buen ojo, sino que también poseía el don de dejar impresiones únicas para la posteridad.
Con el tiempo, el fotógrafo se convirtió en un nombre conocido. Casi en solitario, popularizó el medio de la fotografía. Gracias a sus conocimientos, Stieglitz se convirtió en propietario de la incipiente Photochrome Engraving Company y coeditor de The American Amateur Photographer. Un movimiento inteligente, porque a través de estos pasos pioneros, Stieglitz consolidó su posición en el mundo de la fotografía. Junto con su amigo Edward Steichen, el visionario abrió una galería de arte de vanguardia en la Quinta Avenida de Nueva York en 1905. En las salas de exposición de la Galería 291 se pudieron admirar por primera vez en Estados Unidos obras fotográficas, arte africano y obras de artistas modernistas europeos. De repente, Stieglitz no sólo avanzó hasta convertirse en galerista, sino también en una figura clave de la fotografía y la historia del arte. En el verano de 1946, Alfred Stieglitz sufrió una apoplejía mortal. Lo que queda son fotografías que todavía hoy provocan reconocimiento y entusiasmo entre los espectadores.
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