La Inglaterra del siglo XIX era un país en movimiento. Las guerras y las conquistas dieron forma a esta época y pusieron al reino en un estado de ánimo patriótico. Napoleón fue derrotado, Darwin publicó la teoría de la evolución, la industrialización se impuso: la visión británica de sí mismos y del mundo cambiaba con cada victoria y cada nuevo descubrimiento. La vida parecía ser una eterna contienda entre animales, humanos y culturas, y los ingleses se sentían ganadores indiscutibles de esta batalla.
Los cuadros de Stanley Berkeley destilan exactamente este ambiente triunfal. Se centró en representaciones realistas de batallas y escenas bélicas famosas, pero también realizó cuadros de eventos deportivos. Sus cuadros están siempre en medio de la acción: Las personas que aparecen en ellas corren y se pelean, gritan de victoria o de miedo, se persiguen a través de los lienzos. Los caballos corren hacia una línea de soldados a todo galope, o retroceden para despistar a sus jinetes. Los oficiales extienden sus sables hacia el cielo y animan a sus tropas. Cada centímetro del camino, algo dramático y conmovedor está sucediendo. Las pinturas militares de Berkeley son sus obras más famosas porque reflejan el espíritu de la época de Inglaterra. El público compartía su fascinación por los momentos significativos de la historia británica, especialmente los escenarios de los que Inglaterra salió gloriosa. Al haber sido él mismo un soldado, Berkeley entendía bien este tema, y fue capaz de llevarlo al público.
Sin embargo, estos no son los únicos motivos que eligió para su arte. En contraposición a las agitadas escenas de la guerra, Berkeley amaba la tranquilidad de los pueblos ingleses. Vivía en una granja y se mantenía alejado de los focos. Sus pinturas de paisajes son menos conocidas e irradian un estado de ánimo completamente diferente al de sus pinturas militares. Muestran el lado tranquilo del pintor, que mantenía perros y caballos y no le gustaba la fama. Los animales eran una parte importante de su vida, por lo que pasaba mucho tiempo llevándolos al lienzo. Pintó, entre otras cosas, perros de caza y leones luchando por su presa. Así pues, la supervivencia del más fuerte sale a relucir una y otra vez en estos motivos.
Berkeley tenía una tendencia a romantizar la guerra y la batalla, pero al mismo tiempo mostraba la dura realidad. Los momentos heroicos se alternan con la pérdida y el miedo. Toda victoria en la naturaleza y en el mundo humano tiene siempre un precio. Berkeley lo entendió, y no se privó de representar los momentos menos gloriosos. Mostró, por ejemplo, un naufragio y una escena de linchamiento. Sin embargo, no fueron tan populares entre el público como sus otras obras. Berkeley siempre quiso pintar lo que le interesaba, pero también satisfacer al público. Su variada obra es un interesante testimonio de este agitado periodo de la historia inglesa.
La Inglaterra del siglo XIX era un país en movimiento. Las guerras y las conquistas dieron forma a esta época y pusieron al reino en un estado de ánimo patriótico. Napoleón fue derrotado, Darwin publicó la teoría de la evolución, la industrialización se impuso: la visión británica de sí mismos y del mundo cambiaba con cada victoria y cada nuevo descubrimiento. La vida parecía ser una eterna contienda entre animales, humanos y culturas, y los ingleses se sentían ganadores indiscutibles de esta batalla.
Los cuadros de Stanley Berkeley destilan exactamente este ambiente triunfal. Se centró en representaciones realistas de batallas y escenas bélicas famosas, pero también realizó cuadros de eventos deportivos. Sus cuadros están siempre en medio de la acción: Las personas que aparecen en ellas corren y se pelean, gritan de victoria o de miedo, se persiguen a través de los lienzos. Los caballos corren hacia una línea de soldados a todo galope, o retroceden para despistar a sus jinetes. Los oficiales extienden sus sables hacia el cielo y animan a sus tropas. Cada centímetro del camino, algo dramático y conmovedor está sucediendo. Las pinturas militares de Berkeley son sus obras más famosas porque reflejan el espíritu de la época de Inglaterra. El público compartía su fascinación por los momentos significativos de la historia británica, especialmente los escenarios de los que Inglaterra salió gloriosa. Al haber sido él mismo un soldado, Berkeley entendía bien este tema, y fue capaz de llevarlo al público.
Sin embargo, estos no son los únicos motivos que eligió para su arte. En contraposición a las agitadas escenas de la guerra, Berkeley amaba la tranquilidad de los pueblos ingleses. Vivía en una granja y se mantenía alejado de los focos. Sus pinturas de paisajes son menos conocidas e irradian un estado de ánimo completamente diferente al de sus pinturas militares. Muestran el lado tranquilo del pintor, que mantenía perros y caballos y no le gustaba la fama. Los animales eran una parte importante de su vida, por lo que pasaba mucho tiempo llevándolos al lienzo. Pintó, entre otras cosas, perros de caza y leones luchando por su presa. Así pues, la supervivencia del más fuerte sale a relucir una y otra vez en estos motivos.
Berkeley tenía una tendencia a romantizar la guerra y la batalla, pero al mismo tiempo mostraba la dura realidad. Los momentos heroicos se alternan con la pérdida y el miedo. Toda victoria en la naturaleza y en el mundo humano tiene siempre un precio. Berkeley lo entendió, y no se privó de representar los momentos menos gloriosos. Mostró, por ejemplo, un naufragio y una escena de linchamiento. Sin embargo, no fueron tan populares entre el público como sus otras obras. Berkeley siempre quiso pintar lo que le interesaba, pero también satisfacer al público. Su variada obra es un interesante testimonio de este agitado periodo de la historia inglesa.
Página 1 / 1